El sábado por la tarde salí con la intención de tomar algo y luego cenar por ahí.
Pude ver de primera mano lo que se puede encontrar cualquier visitante que venga a Avilés un fin de semana, básicamente gente orinando en la vía pública.
20:30 hrs. Llego al área de Sabugo y tomo la pequeña calle (C/ Bances Candamo) que une la parte baja con La Plaza del Carbayo. La calle donde está el Molly Malone y el Menéndez para que nos entendamos. Baja un grupo de chicos y chicas de unos 16 ó 17 años. Se detiene delante del Camelot, 2 de los chicos se separan del grupito y se dirigen al portal que se haya enfrente del bar y se ponen a orinar contra el cristal de la puerta. La gente sigue pasando alrededor.
21:30 hrs. Abandono La Plaza del Carbayo y mientras lo hago me fijo en que hay un niño pequeño orinando en uno de los laterales de la Iglesia Vieja de Sabugo. Quien parece ser su madre lo observa desde la puerta de un bar mientras fuma un cigarrillo. Supongo que está pensando: "la iglesia sólo es el mejor exponente del arte románico en Avilés y que además puede que tenga unos 8 siglos, ya es hora de usarla para algo práctico. Además, el niño no se apaña en el servicio del bar."
21:45 hrs. Llego a la calle de La Fruta y giro a la derecha por la calle San Bernardo. Aqui la sorpresa es aún mayor. Me encuentro 3 personas orinando en la calle. Dos de ellas adultos de unos 20-22 años, acaban de salir de un bar y directamente se van a unos contenedores que hay a unos pocos metros, allí se ponen a orinar sin más mientras comentan que el Madrid ha pinchado en Bilbao. Unos metros más allá, otro que no parece tener nada que ver con ellos, orina despreocupadamente en el escaparate de una tienda de zapatos.
21:50 hrs. Subo por la calle Cabruñana y oigo ruidos tras el Palacio de Maqua. Con una rápida mirada de soslayo veo que una pareja de indigentes se ha instalado en la parte de atrás del Palacio. Uno de ellos orina a un par de metros de su improvisado campamento mientras increpa a gritos a una mujer sentada en unos cartones que parece estar esperándole. Ambos están visiblemente borrachos.
Me alejo de la escena buscando un restaurante mientras pienso que me encuentro en algún momento de la Edad Media cuando no existía alcantarillado ni baños y la gente sencillamente arrojaba sus excrementos a la calle.
Bienvenidos al Avilés del Niemeyer, disfruten de nuestra ciudad y sus calles, y ya saben: donde vayan hagan lo que vean.
Ordoño
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