Ya se que parecerá mal pero lo cierto es que cada año la comida en la calle deja en el Parque de Ferrera un rastro de basura y en algunas casos destrucción. El año pasado la cantidad de basura entre la que se contaban botellas, cristales rotos, plástico y más llevó a cerrar el Parque varios días hasta que se completó su limpieza. Además no hay garantía de que no queden trozos de cristal y tras la limpieza, y los niños vuelven al parque en cuanto se abre.
El año pasado sólo unos días despues de la comida en la calle el propio Ayuntamiento advertía del peligro que corrían algunas especies, únicas en el parque, que se hallaban en proceso de deterioro.